
DOS VISTAS DE LA URBE es el titulo que define esta muestra conjunta que se desarrolla en dos etapas. Matilde Díaz y Angélica Cordero, ambas egresadas de la Escuela Municipal de Bellas Artes, han querido mostrar el trabajo de un largo proceso creativo vivido bajo la formación de la Academia.
Ambas en su estilo pictórico particular encontraron en la figura de la urbe una temática de interés para el desarrollo y motivación de su obra plástica.
Una, retomando el paisaje local, su conformación peculiar y aparente fragilidad, y la otra introduciéndose en la inquietud de la sanidad humana con respecto al crecimiento exagerado de las grandes ciudades. De alguna manera ambas sin proponérselo, cohabitan lugares comunes que van más allá del hecho de la utilización del mismo medio expresivo, sino que se conectan en la medida en que el espíritu humano, su memoria y su existencia, se diluye bajo la idea de ciudad.
La fragilidad de habitabilidades que son cáscaras de un pasado más dulce, de historias de familia y de un patrimonio que se emborrona producto de la materialidad azarosa con que fueron sostenidas. La fragilidad del hombre sumergido en la angustiante mole de concreto en que se han convertido la ciudades actuales; hombre que corre peligro de asimilarse en su estado de precario espíritu a la metrópolis que lo rodea.
Carmen Matilde Díaz Opazo, nacida el 24 de abril de 1942, siempre tuvo la inquietud de desarrollar sus habilidades creativas. Por eso es, que decide iniciarse en el camino de la plástica en Octubre del 2003, cuando ingresa a la Escuela Municipal de Bellas Artes donde recibe todas las herramientas y el espacio para fomentar y educar su interés por el Arte. Tiempo después, con una formación de seis años, egresa como Artista Plástico, Mención Pintura.
Lo que se presenta aquí, es una serie de óleos sobre tela que retratan la urbanidad de uno de los puntos importantes de nuestra ciudad: El Cerro Mayaca. Tanto por su ubicación geográfica, su historia y sobretodo por la manera en que las viviendas que se emplazan allí están construidas, es que este lugar pasa a ser protagonista de esta muestra. “Estética de la Precariedad” se titula, y es precariedad entendida como lo aparentemente efímero, como la también aparente fragilidad que se desprende de las construcciones que poblan el Cerro.
La pintora ha encontrado en estas casas, composiciones de una luminosa belleza. La paleta de colores del rojo de las oxidadas techumbres, de los colores íntimos de las fachadas y del adobe viejo que llama al pasado en un precario instante de luz cálida, resplandece en la memoria de Matilde como lo vivido en su niñez.
Ambas en su estilo pictórico particular encontraron en la figura de la urbe una temática de interés para el desarrollo y motivación de su obra plástica.

Una, retomando el paisaje local, su conformación peculiar y aparente fragilidad, y la otra introduciéndose en la inquietud de la sanidad humana con respecto al crecimiento exagerado de las grandes ciudades. De alguna manera ambas sin proponérselo, cohabitan lugares comunes que van más allá del hecho de la utilización del mismo medio expresivo, sino que se conectan en la medida en que el espíritu humano, su memoria y su existencia, se diluye bajo la idea de ciudad.

La fragilidad de habitabilidades que son cáscaras de un pasado más dulce, de historias de familia y de un patrimonio que se emborrona producto de la materialidad azarosa con que fueron sostenidas. La fragilidad del hombre sumergido en la angustiante mole de concreto en que se han convertido la ciudades actuales; hombre que corre peligro de asimilarse en su estado de precario espíritu a la metrópolis que lo rodea.
Carmen Matilde Díaz Opazo, nacida el 24 de abril de 1942, siempre tuvo la inquietud de desarrollar sus habilidades creativas. Por eso es, que decide iniciarse en el camino de la plástica en Octubre del 2003, cuando ingresa a la Escuela Municipal de Bellas Artes donde recibe todas las herramientas y el espacio para fomentar y educar su interés por el Arte. Tiempo después, con una formación de seis años, egresa como Artista Plástico, Mención Pintura.
Lo que se presenta aquí, es una serie de óleos sobre tela que retratan la urbanidad de uno de los puntos importantes de nuestra ciudad: El Cerro Mayaca. Tanto por su ubicación geográfica, su historia y sobretodo por la manera en que las viviendas que se emplazan allí están construidas, es que este lugar pasa a ser protagonista de esta muestra. “Estética de la Precariedad” se titula, y es precariedad entendida como lo aparentemente efímero, como la también aparente fragilidad que se desprende de las construcciones que poblan el Cerro.
La pintora ha encontrado en estas casas, composiciones de una luminosa belleza. La paleta de colores del rojo de las oxidadas techumbres, de los colores íntimos de las fachadas y del adobe viejo que llama al pasado en un precario instante de luz cálida, resplandece en la memoria de Matilde como lo vivido en su niñez.
METRÓPOLIS

Angélica Cordero Ponce, bibliotecaria de profesión, inicia su experiencia en la plástica de manera autodidacta, afición que se hace mucho más profunda y que desarrolla a través de talleres libres, pero que toma un cariz formal cuando decide ingresar a la Escuela Municipal de Bellas Artes, en el año 2004. Después de haber recibido una completa formación de cinco años, egresa como Artista Plástico mención Pintura.
La obra que se presenta aquí se conforma por una serie de óleos sobre tela que nacen de una preocupación profundamente humanista, que se interesa por el estado del hombre sumergido en el crecimiento apabullante de la urbe de concreto y acero, de luces de neón y de bocinas… en definitiva en la alienación de la “Metrópolis”. Y es este concepto de gran ciudad lo que le da el nombre a esta muestra, la cual pretende, no sólo dar una manifestación expresiva a esta problemática en la fuerte conjugación de color, textura, sombras simbólicamente anónimas y el espejismo efímero de la mancha que sustenta esta obra, sino que además rescatar, poniendo en evidencia a la invasiva ciudad y sus efectos, el valor del entorno que aún prevalece en nuestra ciudad, un entorno que respeta la presencia del paisaje natural y humano.

La obra que se presenta aquí se conforma por una serie de óleos sobre tela que nacen de una preocupación profundamente humanista, que se interesa por el estado del hombre sumergido en el crecimiento apabullante de la urbe de concreto y acero, de luces de neón y de bocinas… en definitiva en la alienación de la “Metrópolis”. Y es este concepto de gran ciudad lo que le da el nombre a esta muestra, la cual pretende, no sólo dar una manifestación expresiva a esta problemática en la fuerte conjugación de color, textura, sombras simbólicamente anónimas y el espejismo efímero de la mancha que sustenta esta obra, sino que además rescatar, poniendo en evidencia a la invasiva ciudad y sus efectos, el valor del entorno que aún prevalece en nuestra ciudad, un entorno que respeta la presencia del paisaje natural y humano.

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